Muchas veces ronda por mi cabeza el mote “cine de confort” o “cine para relajar y no pensar tanto”, motes, definiciones y arte que considero necesaria, justamente por eso, abrazar la comodidad, descontracturar el presente y simplemente ver una hora y media de acción sin sentido y propósitos básicos no tan bien narrados ni guionados. Pero, ¿y si justamente lo que supuestamente debería de oficiar de descanso, termina siendo más exasperante que un ataque existencialista de dos horas y media? Pregunta compleja como pocas…
En fin, si leemos los nombres propios, “65: Millones De Años Atrás” cuenta con Adam Driver como cara principal, que calculo que debe estar en un pequeño periodo sabático de no aceptar roles magnánimos y estar sumando un par de números a su bolsillo para continuar durmiendo tranquilo, la premisa extraña de alegar tener los escritores de “Un Lugar En El Silencio”… Scott Beck y Bryan Woods, sin tener obviamente a John Krasinski, y la producción de Sam Raimi, entre otras cuestiones. Todos nombres interesantes obviamente, pero lo primero que hace ruido, incluso sin ver la película, es el más que ínfimo reparto con 5 actores y actrices a la vista, en pos de centrarse en Adam y la joven Ariana Greenblatt, que por 90 minutos intentarán establecer una conexión más allá de la barrera del idioma dispuesta por la trama y escapar de una Tierra prehistórica llena de depredadores que anhelan alimentarse de ambos protagonistas.
“65” falla desde el principio al intentar generar cierto tipo de lore con el título de “en la época de los dinosaurios existían razas alienígenas (exactamente iguales a las humanas) dotadas de gran tecnología y que visitaron por unas 72 horas la tierra en sus inicios”, sin tener ningún tipo de contexto hacia los avances tecnológicos, la historia del planeta del cual proviene nuestro héroe, el por qué de la exacta apariencia humana y el propósito laboral del ya mencionado Adam Driver. Como si hubiera una extrema necesidad de no explicar nada e ir directamente al conflicto que es sobrevivir en una Tierra plagada de animales carnívoros y una amenaza inminente.
En el medio contamos con el trauma emocional familiar del protagonista por lo que debería de conectar con su acompañante y así ser felices luego de tal travesía y lucha por sus vidas. Pero no es así, todo queda en el aire. Sumando los diseños de los ascendientes reptiles y dinosaurios que ahogados en un CGI ciclotímico, errático y que intenta alejarse de un Jurassic Park futurista en el pasado pero termina siendo, básicamente, una pobre y burda copia.
El enfoque está obviamente en Adam Driver, que hace todo lo que puede con lo que tiene, y debo decir que por momentos se nota su incomodidad, con algunos atisbos de alivio cómico que poco pueden hacer en levantar una historia destinada a fracasar.
CONCLUSIÓN:
En pleno inicio de 2023, pregunto: ¿se acuerdan de “Moonfall”, esa con Halle Berry y Patrick Wilson que la luna se caía sobre nuestro planeta? Bueno, en pleno inicio de 2024 voy a preguntar: ¿se acuerdan de “65”, esa con Adam Driver que se queda atrapado junto a una nena huérfana en la prehistoria rodeado de dinosaurios mal hechos visualmente? Lo dudo.
PUNTAJE: 5/100