-Tienda de Unicornios
Prácticamente desde su primera película, siempre hubo un patrón de filmación que hizo que las creaciones de Netflix tuvieran un toque particular. Quizás sea la estética, la necesidad de introducir elementos sobrenaturales en la realidad en la mayoría de las tramas, ese dejo de que se puede aspirar a más y descentrarse del sistema, o la paleta de colores. El tema es que “Tienda De Unicornios” cumple con todos estos requisitos de una manera avasallante, que hace que el cine independiente pierda ese gustito a nostalgia y a “hazlo tu mismo” o el simple hecho de que cada nueva incursión parece un capítulo de Black Mirror. En esta historia en la que los parámetros de lo que es o no real, bifurcan todo el tiempo como dimensiones paralelas. BrieLarson protagoniza y dirige,y el reparto se vuelve entrañable con actores y actrices como Joan Cusack, Bradley Whitford, HamishLinklater o KaranSoni… hasta que aparece Samuel Jackson en su rol de “El Vendedor” que se asemeja demasiado a Cristopher Walken en “Click: Perdiendo El Control”, y la magia se pierde un poco (N. del Ed: perdón, a estas alturas ya no soportamos verlo en TODOS lados). El filme apunta a visibilizar como en el ambiente de trabajo se vive a toda hora acoso sexual, pasando por los sueños frustrados de una artista incipiente, la necesidad de cariño y el apego fuerte a algo que no existe, todo desde un punto de vista digno de las grandes películas de I-Sat de fines de la primera década del 2000. Con una vuelta de tuerca a lo “Miss Sunshine”, “Tienda De Unicornios” es un flash interesante, con un mensaje de autosuperación y de nunca terminar de dejar completamente la niñez atrás.
-The Dirt
El fenómeno Motley Crüe… tomado por las pinzas de Netflix. Exageraciones escritas por sus verdaderos protagonistas, aunque interpretados obviamente por actores. “The Dirt” comienza de una forma innecesaria, alabando la estupidez de sus “héroes”, centrado en Nikki Sixx hablando en voz en off y relatando su vida. Discúlpenme, pero satirizar realmente una vida de mierda, no es muy sano que digamos. La catarsis que inculcan los MotleyCrüe en esta historia marca exactamente el nivel de su música: entretenimiento, haber estado en el momento justo, sumando imagen y hechos deleznables más que música en sí. Aunque verlo a Ramsay Bolton hacer de Mick Mars, es toda una experiencia. Punto muy a favor: lo homogéneo del sonido, sonando como si fuese una sala de ensayo o un concierto, dándole cierto crédito al film agregándole la veracidad a la música como tiene que sonar para la ocasión, sin pistas ni retoques por el estilo. Otro punto a favor, el romper la cuarta pared le da un toque más humano a la versión, sobre todo desmitificando algunos hechos que ellos mismos se encargan de que salga a la luz lo que verdaderamente pasó.La vida pega fuerte por momentos, y Motley Crüe son la clara demostración de haber intentado llegar al sol sin quemarse un poco. Más que músicos, más que rockstars, son humanos, y lo demuestran en cada segundo de una película cruda, sin filtro, entretenida y que sirve como un gran documento de una de las bandas más emblemáticas de la historia.
-El Silencio
Después del fenómeno “Bird Box”, cualquier intento de película de terror o suspenso que saque esta plataforma hay que mirarlo de reojo. Mucho ruido, pocas nueces. Llega el caso de “El Silencio”, y que la protagonice Stanley Tucci… es todo un tema. Ojo, en mi caso, amo al Sr. Tucci, en todas sus vertientes desde “TheDevilWears Prada” como en su rol en “Julie / Julia” o en “The Hunger Games”, pero acá…, verla a Eowyn, digo a Miranda Otto cumplir su papel junto a él, levanta de forma promisoria una película que arranca de manera previsible. Acá pasa la vieja confiable: hay ataques a muchas ciudades, Y TODAS QUEDAN EN ESTADOS UNIDOS. Algo muy notorio, es que siempre que hay ataques, el vandalismos sigue, demostrando lo bajo que cae el ser humano en tiempos de desesperación. “El Silencio” tiene exactamente la misma fórmula que “Bird Box”, dejando el heroísmo en pos de la hija de Tucci y Otto, quien se quedó sorda luego de un accidente. Idas y vueltas constantes, para que el final termine siendo más que previsible. Una lástima. MD
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