La pregunta principal, bah, en realidad tiene dos partes, pero en sí, es: ¿Cómo afrontar realmente con seriedad una “propuesta” como Winnie The Pooh: Blood & Honey? Y en consecuencia, ¿Cómo ser honesto sin ser contradictorio?
El chiste se cuenta sólo, y quizás largue a priori alguna que otra carcajada en cuanto a concepto. Es decir, los derechos de Winnie Pooh (creo que no hace falta hacer introducción alguna) son de dominio público actualmente, y eso causó que un ser llamado Rhys Frake-Waterfield haya decidido darle una vuelta de tuerca, volverlo turbio, sangriento y transformar su historia en un slasher repleto de gore y visceras por doquier.
En sí, la premisa promete, y es que con un buen guión, giros de comedia, buenos efectos, actuaciones aceptables y abrazar clichés con gracia e ímpetu, todos estos recursos unidos y con buena dirección, se puede lograr hacer una buena obra o al menos algo disfrutable. Pero esta no es la ocasión, ya que todo lo nombrado no existe, aunque se debe admitir que los efectos prácticos y todo lo violento está bien logrado gracias a un aceptable presupuesto, pero es con algo de enojo y aborrecimiento, exclamar que esta película es un desastre por su propio peso.
Desde inundarse en lo básico y en una trama completamente misógina donde constantemente se muestra a la mujer como algo débil ridiculizando a la protagonista y sus amigas, e incluso creando espacios para sexualizar de forma desmedida a cada personaje femenino del, por así decirlo, film. Todo el tiempo la intención de Rhys es esta. No hay otro parámetro ni búsqueda, como decía antes, de al menos intentar parodiar o realizar algo que sea agradable hasta donde aguante el estilo claramente (ejem ejem, Terrifier 2). Simplemente “Winnie The Pooh: Blood & Honey” se ve opacada por su propia naturaleza, vacía, tortuosa, básica y retrógrada. Hace tiempo que se puede hacer slashers de otra manera, pero todavía existen personas que depositan su tiempo en continuar perpetuando la idiotez.
Párrafo aparte y mención para TERRORÍFICO FILMS, que está bien lo que quieren hacer en cierto punto, acercando al cine argentino películas que no tendrían demasiada difusión más que culto y olvido repentino. Teniendo a Terrifier 2 y todo su universo en un gran pedestal obviamente, pero creo que esto pasa más por el morbo de ver a “Winnie Pooh” matando a personas que por otra cosa. Y también por tomarse con algo de satirismo e ironía lo que genera el tercer acto con sus incongruencias, malas actuaciones y horribles montajes. Toda culpa recae en el ya mencionado e infame Rhys Frake-Waterfield. Igualmente pongo paños fríos en afirmar que tengo muchas ganas de ver lo próximo que traiga Terrorífico Films, pero acá simplemente no hay nada más para decir.
Conclusión:
Quizás pido demasiado. Y digo lo de que la honestidad lleva su contradicción, porque en este caso estoy dándole algún tipo de visibilidad a todo esto, desperdiciando algunos párrafos sobre algo que realmente no se lo merece. No pierdan su tiempo en ver esta película.
Puntaje: 0/100