“Dos niños se despiertan en medio de la noche y descubren que su padre ha desaparecido, y que todas las ventanas y puertas de su casa ya no están. El film que se transformará en la experiencia más aterradora de tu vida.” Esa es la sinopsis que clama, respira, vivencia, atestigua, vocifera y respalda SKINAMARINK. Y debo decir que no está del todo errada, tiene su punto y es entendible, pero se queda a medias.
Este film va más allá de intentar ser aterrador, que para mi criterio realmente no lo es, sino que se hunde en su intención de serlo. Si hay que exclamar adjetivos que describan lo que es esta película de terror experimental, tranquilamente podría usar: incómoda, exasperante, lenta y tortuosa. Y no utilizados en el buen sentido. (Créanme, en el terror estas palabras pueden significar cosas buenas).
Skinamarink invita, textualmente mediante su gacetilla y ofrecimiento, a verla en total oscuridad, con audífonos si es en tu hogar y con mi agregado, de realmente no saber nada al respecto de lo que se va a presenciar. Hay cierto esnobismo que desentraña films de este estilo, que hace que tenga su nicho de seguidores de culto, en los que de alguna manera u otra, entiendo su perspectiva en pos de que estamos ante una aceptable obra. Pero debo pararme del otro lado de la brecha y en posición firme, avisar que si no estás muy en esa del horror sensorial que traspasa la pantalla mediante la ya dicha incomodidad, le escapes a estos 100 minutos de proyección.
Valoro mucho el intento de Kyle Edward Ball de dar esta visión lúgubre a esta particular historia paranormal, incluso usando el auto de juguete de Toy Story 3 que es de dominio público para darle cierto tipo de lore. Pero Skinamarink peca de lo que es: una película. Si estuviésemos frente a un corto de máximo 15 o 20 minutos, esta “crítica” sería muy distinta, ya que lo que propone interesa, intriga y deja muchas dudas necesarias, sobre todo en el final, que abren debate, percepciones y puntos de vista que pueden ser más que entretenidos. Pero no. Realmente se me hizo muy difícil terminar de ver esta película, y eso que tuve la suerte de verla en mi casa, para el público más comercial, asistir al cine a ver esto puede llegar a ser un gran desafío o una experiencia olvidable y difícil. Repito, no desde el lado del terror, el minimalismo y repetición de los planos, además del uso de cámaras que van más allá de presentar lo visto sino yendo a lados más introspectivos, puede resultar bastante complicado para la gente que no está acostumbrada a este tipo de fims, incluso llegando a generar ataques de ansiedad.
Desde lo bueno, la idea es más que valorable sobre todo al afrontar traumas y un ambiente pocas veces visitado en un mundo tan marketinero, abriendo espacio para cierto carácter de culto que estoy seguro que terminará tomando con el tiempo, que pese a su fuerza insostenible, el lado del terror silencioso es más que interesante y novedoso.
Terrorífico Films nos entrega su tercera película del año y continúa presentándose como la distribuidora de terror más interesante del país, arriesgando y poniendo mucho énfasis en esparcir el gran momento que está pasando el género en el mundo, ya habiendo traído Terrifier 2 y Winnie Pooh: Blood & Honey, las cuales ambas pueden leer sus reseñas en este blog.
Conclusión:
Lo vuelvo a repetir, si Skinamarink fuese un corto, sería uno de mis preferidos del género.
Puntaje: 40/100